07 septiembre, 2008

Manifiesto sin ojos

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Yo quiero ser más grande que esta ciudad. Tomar con los dedos sus sustancias, llevármelas a la boca. Todo Nueva York dentro mío. Que todo lo que hay lo reproduzco en la piel, en los ojos, en la boca, desborda entre mis piernas. Todo lo que se vive, y lo que se muere siempre, un poco más. Porque ahora me vuelvo inmensa, y me cabe esta ciudad dentro, y este continente, y todo este mundo. Nadie puede con la extensión de mi pecho y de mi lengua taciturna. Convoco a las ciudades del sur, a mi tierra en el oriente, a mi tierra que es dueña de este, y de todos los demás mundos, que me crece, que me siembra y me vuelvo lo verde y lo rojo y somos una, aquí, abajo, en el exilio, y muy adentro. Y lo digo ahora, que todas estas luces se apaguen, que huyan, que se aniden en el vestíbulo de dónde han salido, y el foco que vuelva, y que no venga, que nos deje con estas manos de cera y nuestras quemaduras que alumbran más que cualquier cable tan pequeño. Porque todos, con las luces apagadas nos conocemos mejor. Y los autos crueles, que sepan que tengo todo el aire ahíto de mi, encima, derrumbando todo, y en cualquier momento se me va, y si lo tengo no lo respiro, pero no se los doy a sus nubes negras. Algo cubre este puente y me desdeña, me infringe. Cómo podríamos sacar a todos de aquí. Cómo decirles, "corran, no se queden aquí" sin que nuevamente nos envíen al manicomio.
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Poseo la música, y esta mañana me he dicho, nadie es mejor piano que yo, y seguramente mañana nadie podría lograr ser el violín que me significo. Y que toquen entonces a mi puerta y con los lacrimales rotos y pidan la música, y sólo uno por uno, que la gente de esta tierra no tiene oídos azules. Busco que se me escurra el ascetismo por los ojos, busco una razón dentro de toda la bahía que me haga sonreír ante este mundo. Y encuentro abedules, y aves, y el agua... encuentro puntos por los cuales llorar de alegría, pero no sonrío, pues todos están ahí, muy cerca, destruyéndolo. Y si soy una más. Me levanto en el centro del mundo, y me veo, bajo la tierra, dentro de la nicotina y con un arma en la mano. Y de repente todos me matan, pero yo no sé usar un arma.
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Corrí a casa, y de repente dijiste "buenas noches..." y sonreí aún con la boca roja.
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ha llegado la hora de sacar los ojos y ponerlos a descansar en un líquido revitalizante...recuerdalo.

W.

Kid A dijo...

uff.. puke a pesar de todo algo entendi, o me queda una idea de un control que no esta y se desea, no se, es que si no fueras tan extraña a mi mecanismo de niño incredulo diría algo mas complejo, pero tengo miedo o algo asi, va ni se, se nota que tas re fumada, y lo peor, es q no me invitas a probar... bueno si, es eso, me enoje... buuuuu fea... uhm y si, te cabe toda la ciudad y mas ;), eres eterna...

Anónimo dijo...

Siempre te paras, muy gande, sobre mí.

Edderai dijo...

Tú siempre creces más allá de este mundo
que pinche mundo..

pero vamos, vamos, que ya casi desenterramos este, y si, es necesario olvidar un poco el ascetismo

pues bueno, nadamás, te amo, ya sabes, como a esos árboles un poco.