12 agosto, 2008

Julian Tuwin

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Nosotros, los judíos polacos

Se es polaco o judío, como se es mexicano, fuera de dogmas territoriales, por motivos que ninguna razón justifica. Julian Tuwim, ``judío doloris causa'' reconocido y prolífico poeta, hace una conmovedora apología de la nacionalidad a través de esta vindicación escrita como un ``nosotros''. Entre sus libros de poesía se cuentan: Acechando a Dios, Sócrates danzante, Palabras en la sangre y La Biblia gitana.

A mi madre en Polonia o a su más amada espina

I

E inmediatamente oigo la pregunta: ``¿Y de dónde viene ese nosotros?'' Esa pregunta, hasta cierto punto justificada, suelen hacérmela los judíos, a quienes siempre he explicado que soy polaco, y ahora me la hacen esos polacos que consideran que soy y seré judío. He aquí la respuesta para unos y para otros.

Soy polaco porque me da la gana; es un asunto estrictamente privado, del cual no tengo la menor intención de rendir cuentas a nadie, ni explicarlo, justificarlo o aclararlo. No divido a los polacos en naturales y naturalizados, y dejo este asunto a los nazis, sean éstos naturales o naturalizados; pero sí divido, tanto a los polacos como a los judíos, y a quienes provienen de todas las demás naciones, en sabios y tontos, honestos y ladrones, lúcidos y torpes, interesantes y aburridos, víctimas y victimarios, gentlemen y no gentlemen. Divido también a los polacos en fascistas y antifascistas. Claro que cada uno de estos grupos no es uniforme; muda los matices de sus colores para que ofrezcan distinta densidad. Pero esa línea divisoria sin duda existe, y con el tiempo se podrá apreciar muy claramente. Los matices permanecerán matices, pero el color de la línea misma se hará profundo y deslumbrante en forma decisiva.

Podría decir que en el campo de la política divido a los polacos entre antisemitas y antifascistas, pues el fascismo es siempre antisemitismo. El antisemitismo es la lengua internacional de los fascistas.

II

No obstante, si me viera precisado a justificar mi nacionalidad, o la que siento como tal, me declararía polaco por motivos muy simples, comunes y corrientes, mayormente racionales y parcialmente irracionales, pero sin ningún condimento místico. Ser polaco no es privilegio, honor ni gloria. Lo mismo podría decir de la respiración, puesto que nadie se reviste de orgullo por ser capaz de respirar.

Soy polaco porque en Polonia nací, crecí, me formé y aprendí todo lo que sé, porque en Polonia fui feliz e infeliz, porque estando en el exilio desearía ir a Polonia más que a ningún otro lugar, aunque me brindara delicias paradisiacas.

Soy polaco por un tierno motivo que no puedo justificar con ninguna lógica o razonamiento, por el delicioso prejuicio originado del deseo de que después de la muerte, no me acoja ni absorba otra tierra que no sea la polaca.

Soy polaco porque así me lo dijeron en la casa donde nací, donde desde mi primera infancia me nutrió lengua polaca; soy polaco porque mi madre me enseñó los versos y canciones polacos, porque cuando me llegó la primera irrupción poética lo hizo en palabras polacas, porque aquello que en mi vida se convirtió en lo más importante -la creación poética- no sabría pensarlo en otra lengua, aunque la dominase a la perfección.

Soy polaco porque en esa lengua confesaba las inquietudes de mi primer amor y en polaco balbuceada sus delicias y tormentas.

Soy polaco también porque el abedul y el sauce me son más cercanos que las palmeras y los cítricos, y porque amo más a Mickiewicz y Chopin que a Shakespeare y Beethoven, por motivos que ninguna razón justifica.

Soy polaco porque de los polacos tomé ciertos vicios nacionales; soy polaco porque mi odio hacia los fascistas polacos es mayor que el que me inspiran los fascistas de otras nacionalidades, y considero que ese es un importante rasgo de mi ser polaco.

Pero sobre todo soy polaco porque me da la gana.

III

Contra todo eso se levantan unas voces: ``Bueno, pues si eres polaco, entonces ¿a qué viene ese: nosotros los judíos?'' Me apresuro a responder: ``Por motivos de sangre.'' ``Entonces es racismo.'' ``No, para nada; todo lo contrario.''

Existen dos tipos de sangre, la sangre que corre en las venas y la que sale de las venas. La primera es la savia corporal cuya investigación corresponde a los fisiólogos. Hay quien atribuye a esta sangre misteriosos y peculiares poderes no orgánicos; éste, según vemos, convierte las ciudades en escombros humeantes, extermina a millones de gentes y por fin, como lo veremos, conduce a la matanza a su propio linaje.

La otra sangre -precisamente ésta que aquel cabecilla del fascismo internacional extrae de la humanidad para demostrar el triunfo de su sangre sobre la mía-, es la de los miles de inocentes asesinados, la sangre no escondida ya en las arterias, sino expuesta, revelada. Desde que el mundo es mundo no se había producido una inundación de sangre semejante, y la sangre de los judíos (no ``la sangre judía''), corre a los arroyos más profundos y anchos; sus ennegrecidos caudales confluyen en el río tempestuoso y turbulento. En este nuevo Jordán recibo el bautizo de los bautizos: la fervorosa hermandad en la sangre y en el martirio con los judíos.

Recíbanme, hermanos, en esta honorable Comunidad de la Sangre Inocentemente Derramada. A esta congregación quiero pertenecer hoy día.

Que esta dignidad -dignidad del judío doloris causa- le sea concedida al poeta polaco por el pueblo que lo entregó al mundo, no por méritos, porque no los tengo ante ustedes; voy a considerarlo como un gran ascenso y como el premio máximo por un par de versos polacos que tal vez me sobrevivan y se recuerden junto con mi nombre, el nombre de un judío polaco.

IV

Sobre el listón que ustedes llevaban dentro de los ghettos se pintaba la estrella de David. Creo en la Polonia futura donde esa estrella, la del listón, se convertirá en la suprema insignia que se conceda a los soldados y oficiales polacos más valientes. La llevarán con orgullo, y junto a la antigua condecoración polaca ``virtui militari'' existirá también la ``cruz del ghetto'' y la ``condecoración del parche amarillo'', que será más honorífica que muchos de los oropeles que se usan hoy día. Y se guardará, conservará y eternizará en Varsovia, y en cada ciudad polaca, un pedazo inalterable de ghetto, así como lo encontramos ahora en toda la pavorosa destrucción, los escombros y las cenizas. Cercaremos con cadenas, fabricadas con el fierro fundido de los cañones arrebatados al vencido ejército de Hitler, ese monumento a la infamia de nuestros enemigos y a la gloria de nuestros hermanos martirizados; y día tras día, trenzaremos flores frescas y vivas entre los eslabones para que por los siglos de los siglos quede en las generaciones venideras el recuerdo del pueblo masacrado, como señal de que siempre está vivo y fresco el dolor que por él sentimos.

Al templo de los recuerdos nacionales agregaremos uno más; acudiremos ahí con los niños y les hablaremos del más monstruoso martirio infligido a los seres humanos. En el centro de este monumento, cuyo sentido trágico resaltará entre las modernas y cómodas casas de vidrio de la ciudad reconstruida, arderá un fuego inextinguible. Los transeuntes se quitarán el sombrero frente a él.

Y quienes sean cristianos harán la señal de la cruz.

Así, con el orgullo de nuestro duelo, portaremos esta dignidad que opacará a las demás, la del judío polaco -nosotros, quienes hemos sobrevivido por el milagro y el azar. ¿Con orgullo? Más bien con arrepentimiento y con dolorosa vergüenza, ya que esta dignidad nos corresponde gracias a la gloria y el martirio de ustedes, nuestros redentores.

Pero tal vez no nosotros, los judíos polacos, sino nosotros, los espectros, nosotros, las sombras de nuestros hermanos, judíos polacos, asesinados.

V

Nosotros, los judíos polacos. Nosotros, eternamente vivos, o sea, los que murieron en los ghettos y en los campos de concentración, y nosotros, los espectros, o sea, los que de las otras orillas de los mares y los océanos volveremos a nuestro país, y espantaremos entre las ruinas, con nuestros cuerpos intactos y nuestros almas aparentemente salvadas.

Nosotros, la revelación de las tumbas, y nosotros, la ilusión de la existencia, los millones de cadáveres y unas decenas de miles de los supuestamente vivos, nosotros, una fosa fraterna, infinita, nosotros, beis-oilom, que los tiempos jamás vieron ni verán.

Nosotros, asfixiados en las cámaras de gas y fundidos para jabón que no logra lavar las manchas de nuestra sangre ni la marca de los pecados que el mundo cometió contra nosotros.

Nosotros, cuyos sesos se estrellaron contra las paredes de nuestras casas misérrimas y contra los muros donde nos fusilaban en masa, por el solo hecho de ser judíos.

Nosotros, el Gólgota, donde podría levantarse un bosque de cruces innúmeras. Nosotros, que hace dos mil años hemos dado al mundo un Hijo de Hombre asesinado sin culpa por el Imperio Romano -y bastó su sola muerte para que se hiciera Dios. ¿Cuál religión surgirá de la muerte de tantos, de las torturas, humillaciones y brazos crucificados en su gesto de desesperación suprema?

Nosotros, Szolymy, Srule, Moski,(1) gudlaje,(2) los roñosos, nosotros cuyos nombres, apodos e invectivas van a superar en dignidad a todos los Aquiles, los Ricardos Corazón de León, y a todos los reyes valientes, como Chrobry.(3)

Nosotros, otra vez en las catacumbas -en los desagües bajo las calles de Varsovia, arrastrando los pies entre el hedor de las aguas negras, ante el asombro de nuestras compañeras, las ratas.

Nosotros -con carabinas en las barricadas, entre las ruinas de nuestras casas bombardeadas desde el aire; nosotros, los soldados de la libertad y el honor.

``¡Yoy-ne, ve-te-a-la-gue-rra!'', se burlaban. Se fue, muy estimados señores, y murió por Polonia.

Nosotros, para quienes como en la canción ``cada umbral fue fortaleza'', cada umbral de cada casa que se derrumbaba.

Nosotros, los judíos polacos, embrutecidos entre los bosques, alimentando a nuestros niños aterrados con hierba y raíces, nosotros, que nos arrastramos, reptamos, engallados con una anticuada escopeta de dos cañones, obtenida por milagro o por mucho dinero.

``¿Ya conoce usted el chiste sobre un judío-guardabosque? ¡Delicioso! El judío valentón, fíjese bien, disparó y de miedo ¡se cagó en los pantalones! ¡Ja, ja!''

Nosotros, los Job, los Níobe, nosotros haciendo penitencia por nuestras niñas muertas, nuestras Ursulas4 judías.

Nosotros, las fosas profundas de huesos resquebrajados, triturados, y de cadáveres torcidos, cubiertos de llagas.

Nosotros, el grito de dolor prolongado hasta los más lejanos siglos. Nosotros, el lamento; nosotros, el aullido; nosotros, el coro fúnebre entonando El mole rachamim, cuyo eco se transmitirá secularmente.

Nosotros, la más magnífica pila de estiércol sangrante en los tiempos, que ha fertilizado a Polonia para que los sobrevivientes saborearan mejor el pan de libertad.

Nosotros, una reserva macabra; nosotros, los últimos mohicanos escapados de la matanza, a quienes un nuevo Barnum lleva por el mundo, anunciando en carteles chillones: ``¡Espectáculo inusitado! The biggest sensation in the world! Judíos polacos -¡auténticos y vivos!'' Nosotros, ¡el Gabinete Espeluznante de Curiosidades, Schreckenskammer, Chambre des Tortures! ``Se solicita que las personas sensibles abandonen la sala.''

Nosotros, junto a los ríos de los países de ultramar, estamos sentados llorando como antaño junto a las orillas de ríos de Babilonia. Llorando va Raquel por sus hijos que en todo el mundo no encuentra. Junto a las orillas del Hudson, el Támesis, el ƒufrates, el Nilo, el Ganges, el Jordán erramos, dispersos, llamando: ``¡Vístula, Vístula, Vístula! ¡Nuestra propia madre! ¡Vístula gris, rosado no por la aurora, sino por nuestra sangre!''

Nosotros, que no encontraremos las tumbas de nuestros hijos y madres porque van a sobreponerse en capas expandidas por toda mi patria como un gran sepulcro. No hallarás un lugar elegido para colocar ofrendas florales; a modo del sembrador tendrás que esparcirlas con el amplio impulso de tus manos. Tal vez des con ellas, ¡por azar!

Nosotros, los judíos polacos. Nosotros, la leyenda que chorrea sangre y lágrimas. Quién sabe si sea necesario escribirla con versículos bíblicos: ``¡Que con cincel de hierro y plomo para siempre en la roca se esculpiesen!'' (Job, XIX, 24). Nosotros, la fase apocalíptica de los tiempos. Nosotros, ¡los trenos de Jeremías!

``Yacen por la tierra en las calles el niño y el anciano, mis doncellas y mis jóvenes han caído pasados a espada. Has matado en el día de tu ira, has inmolado sin piedad.

''Han hundido mi vida en la fosa y han lanzado piedras contra mí. Las aguas subieron por encima de mi cabeza, pensé: ¡Estoy perdido! He invocado tu nombre desde las profundidades de la fosa. Tú ves, oh, Jahvé, mi opresión, hazme justicia. Viste toda su venganza, todos los designios contra mí. Has oído su ultraje, oh, Jahvé, todos sus designios contra mí. Les darás la paga, oh Jahvé, conforme a la obra de sus manos. Les darás la ceguera de corazón. Tu maldición será con ellos. Los perseguirás con ira, y los aniquilarás debajo del cielo, oh, Jahvé'' (Lamentaciones, III).

Sobre Europa se levanta un cadáver enorme y perpetuamente creciente. En la cuenca vacía de sus ojos brilla el fuego de la ira peligrosa, y sus dedos se apretaron en un puño huesudo. Nuestro Jefe Supremo y Dictador va a promulgar nuestras leyes y peticiones.

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(1) Nombres propios populares entre los judíos polacos usados como genéricos para designarlos.
(2) Apodos despectivos para nombrar a los judíos.
(3) Boleslaw Chrobry (967-1025), rey polaco creador de un fuerte estado feudal.
(4) Ursula Kochanowska, hija del gran poeta renacentista, cuya muerte inspiró a su padre un ciclo de elegías fúnebres.

Traducción: Krystyna Libura y Ester Seligson

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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante. Me gusta mucho la fuerza. Típica de los hebreos no?

Dale chica. un abrazo

Edderai dijo...

Eso somos...

Hermano Julian :)

Muy bueno.
Beso bonita

Anónimo dijo...

Pue yo... toy enamorada de una judia mexican! xD jijiji
Me gusta como escribe este hombre.

Bueno, bueno. aqui los hongos

besos put

Kid A dijo...

ufff que texto, no se, entiendo ahora que no todo esta en la mente, hay cosas que no decedimos, simplemente somos, es como aquellos que siempre decis "esto de sentirse un extranjero" a veces lo veo como un exilio de nuestras raíces tmb...
va no se, yo de estos temas poco entiendo, supongo que de la vida poco entiendo entonces...
un beso niña, su cristal refleja tal luz que... ay ya no veo ni mis pensamientos :)

Anónimo dijo...

Genial. Te imagine gitando el discurso :P
Me encantò

Un abracito linda

Skelter dijo...

Además, somos lo que nuestra memoria no nos deja dejar de ser.
Por pura ley de observación y supervivencia.

Muy precioso el post.

-Am Israel Jai-